La emperatriz
La casa está tranquila. Yo también lo estoy. Sostengo los frutos de la práctica, de la purga. Sostengo un estado ganado. Sostengo un trono.
Me siento clara. Me siento pausada. Ya nada me miente. Todo es evidente. Mi piel habla franca. Mi mirada clara no me engaña.
La purga se ha llevado mis máscaras. Las máscaras me han salido caras. Hoy, desnuda y coronada sobre mi trono, me alzo.
Aquí estoy. Hoy quiero estar aquí. Quiero que seas tú quien venga a mí. Quiero que quieras venir. Quiero que me lo cuentes. No quiero enterarme. No quiero intuirlo. Quiero tu presencia, no tu ausencia.
Tuve sueños armenios, suizos, italianos, argentinos. Con ellos soñé, con ellos dormí. De ninguno fui emperatriz.
Otro verano. Dispuesta a caminar por los sueños. Que este verano el sueño camine por mí.
Que venga. Que camine. Que tome.
Todo lo que emana leche de mí, se lo cederé con soberano placer. Que venga el sueño que sepa beberlo. Yo, mientras, asumiré mi trono.